jueves, 28 de febrero de 2008

Kosovo: Un espejo para Malvinas

Las Islas Malvinas, genuinamente argentinas.

Le llegó el turno a Kosovo de estirar la disgregación a la que se sometió a la ex Yugoslavia luego de la muerte de su líder el Mariscal Tito.
¿No estuvieron allí nuestras tropas? Sí, hemos sido parte de los contingentes militares que las potencias mundiales instalaron en aquella región. Desde hace años nuestros gobernantes envían a entrenar a las FF.AA. como policías de los imperialismos para garantizarles vía OTAN o ONU, plazas estratégicas, sea en la panza europea o en Haití, en la propia tierra americana. ¿No somos aún socios extra-OTAN? Sí, lo somos desde Menem.
Kosovo será transformada por designio de las potencias en un país "independiente" y su "ejército" será el de la OTAN. Parte de ese ejército ocupa nuestras Malvinas. España tuvo que decir no a la independencia de Kosovo, porque lo que ocurre a veces afuera no resulta cómodo en casa propia. Pero aquí, en nuestro país, España llamó a votar por el "SI" cuando promovían la fallida constitución europea hace unos años. En el texto constitucional decía blanco sobre negro: son británicos los territorios de Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y el sector Antártico Argentino. Y nuestros gobernantes permitieron esa votación. Ahora la UE ha celebrado el "Acuerdo de Lisboa", y mientras la Sra. Presidenta imagina el raudo correr de un hipotético tren bala otorgado a Francia sin plan y sin proyecto, este ha sido el primer país en refrendar ese "acuerdo" que dice, blanco sobre negro: son británicos los territorios de Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y el sector Antártico Argentino. No son incongruencias de la política argentina: es su esencia.
Kosovo es un espejo en el que debe mirarse la Argentina. ¿Qué pueblo y qué Nación no desearían que el Derecho internacional protegiera sus derechos, cuidara sus libertades y soberanías? Se lo aprecia cuando es así, pero el Derecho Internacional no puede escapar a la realidad de un mundo en el que hay países "globalizadores" y países "globalizados". Allí el llamado Derecho Internacional alcanza un límite que no puede superar. ¿Cuál fue el derecho internacional al que apeló EE.UU. para atacar a Yugoslavia? El de sus misiles, aviones y tanques. El mismo que ejerció en Afganistán y en Irak. ¿No habrán esperado los iraquíes que el Derecho Internacional los protegiera de la lluvia de fuego que se descargo en horas sobre sus hogares? Allí estuvo ausente, así como en tantas oportunidades de la historia próxima de la humanidad. Ese Derecho Internacional que ejercen de última los poderosos, es el que se basa en el derecho por posesión y que se afirma en el poderío militar del poseedor. Mi derecho surge de mi posesión y este de mi fuerza.
Compatriotas argentinos buscan atajos dentro de ese sistema organizado por los poderosos del mundo. No lo pueden encontrar: allí no hay respuestas. ¿Qué Derecho internacional avala la ocupación militar colonialista de nuestros territorios y mares australes? ¿Qué derecho avala la pretensión británica de extender esa usurpación a 3.000.000 de km2 de nuestros territorios? El "derecho" por posesión basado en la fuerza. Lo que hace parecer light ese dominio colonial, es la obsecuencia de las minorías gerenciales que portan como un icono intocable los dos instrumentos de la rendición incondicional: los Acuerdos de Madrid y el Tratado de Londres.
¿Para qué ocupa Gran Bretaña nuestros territorios? Para anexarlos. Así de simple. ¿Y para que sirve el respaldo de la Unión Europea a la usurpación británica? Para anexarlos. El proyecto de Gran Bretaña es transformar nuestro Atlántico Sur en un lago británico, bajo el paraguas de la UE al que podría sumarse EE.UU., socio estratégico del Reino Unido. Un lago británico con un portaviones inexpugnable: Malvinas; territorios con petróleo, gas, nudos polimetálicos, y una posición estratégica para el dominio de la confluencia Atlántico Sur-Pacífico Sur, ya no pensando en el "derecho" sino en la guerra. También están las reservas de agua dulce, minerales: la Antártida.
Desde la ocupación colonial, como dijo hace ya largo tiempo el Coronel Francisco Javier de Guernica en su memorable "Ensayo sobre la Defensa Nacional " publicado en la revista Cuadernos para el encuentro en una nueva huella Nº 1, la presencia inglesa en Malvinas es como una pistola amartillada apuntando al corazón continental de la Argentina , trabajando también la secesión de los indefensos territorios patagónicos. Tierras, minerías, aeropuertos propios, van configurando la trama de un Texas en los confines del hemisferio sur, que evite una ocupación directa, y que permita a la potencia ocupante junto a otros poderosos del planeta, constituir una "República Patagónica" junto a una "República de Malvinas", dando coronación a la fragmentación territorial que siempre los imperialismos han planificado para la Argentina. Pasos enormes se han dado en este sentido: provincias que serán socias de Repsol-Kirchner-Skenazi, algunas con Cancillerías propias, como ha organizado Das Neves, etc.
La disgregación impulsada por los imperialismos esta en las proximidades de nuestra vida cotidiana, junto al renovado proyecto de usurpación británica de más de 3.000.000 km2.
Por eso marcha el Reino Unido al reclamo de soberanía de las 350 millas del talud continental alrededor de Malvinas y del Sector Antártico al que proclama propio.
Aquí también debe reconocerse que el Derecho Internacional del Mar podrá prometer protecciones a nuestra soberanía. Pero los argentinos somos maestros en saber de aquello que se promete pero nunca se cumple. El Derecho Internacional del Mar es también prisionero del dominio de los poderosos del mundo.
Por eso Don Adolfo Silenzi de Stagni calificara transcribiendo en su libro "El nuevo derecho del mar: Controversias entre las potencias navales y el tercer mundo" los dichos de Lee Matcalf, senador por el Estado de Montana en EEUU, en la Sesión de la Cámara de Senadores de ese país del 10 de marzo de 1971: "El Derecho Internacional del Mar fue creado y se ha perpetuado para promover los intereses de aquellas naciones lo suficientemente poderosas como para gravitar en su elaboración".
En Kosovo las autoridades del Estado argentino tienen una advertencia. Los tiempos que corren no son de frivolidades. Estas deben trabajar para impedir la usurpación de más de 3.000.000 km2 de nuestros territorios: otra Argentina en magnitud y riqueza potencial.
Deben desplegar una gran campaña política y diplomática para ello en todo el mundo y especialmente desde la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Y alertar al pueblo de los peligros que se ciernen sobre nuestros territorios para que este pueda movilizarse en defensa de su patrimonio, el que dejará como tesoro a las generaciones que nos sucedan. Tienen por delante la Asamblea General de las Naciones Unidas donde nuestro reclamo cosechó éxitos hasta que el menemismo lo retiró sin sonrojarse, para beneplácito del imperialismo inglés.
La admisión de parte de la Comisión de Límites de las Naciones Unidas de la presentación británica reclamando soberanía sobre las 350 millas de las Malvinas y la Antártida , significará para el usurpador un enorme triunfo político. Tendrá en su haber el reconocimiento de que es país ribereño y verá facilitado sus deseos de transformar el conflicto alrededor de nuestros territorios y mares en un diferendo de límites entre dos Estados ribereños. Con Gran Bretaña no tenemos un diferendo pacífico: sino de una usurpación de nuestros territorios mediante una fuerza militar de más de 4.000 hombres armados hasta los dientes.
Gran Bretaña debe retirarse de esos territorios, y nuestra diplomacia y nuestra defensa nacional deben estar orientadas a este objetivo para dar cumplimiento al mandato de los padres de la patria, de ver nuestra nación "libre de todo dominio extranjero".
Lo otro, son ositos de peluche y relaciones carnales, perdurando indefinidamente como política de Estado en la cuestión Malvinas.-


Por Eduardo Mariano Lualdi
Director de la Revista Cuadernos. Coordinador Nacional del Foro Patriótico y Popular.

Especial para Agencia NOVA 26/02/2008

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